18.11.10

También en la política

Vino Paul McCartney. Uno de los más grandes compositores de música popular del siglo XX. Uno de los componente de la dupla creativa más exitosa de los últimos cien años. Un glorioso intérprete aún a sus casi setenta años. Y ante todo, vino una leyenda. Estuvo en Argentina uno de los íconos culturales del siglo pasado. El mundo cambió con Los Beatles. Y Paul McCartney es Los Beatles.

Más allá de la emoción que producen sus músicas, de las lecciones que enseñan sus letras y de la celebración de la vida que representaron, Los Beatles fueron y aún son un hecho cultural de enorme relevancia no sólo en el mundo de la música y las artes sino también en la política y la sociedad occidental.

Jaime Durán Barba, un prestigioso consultor político, alguna vez describió el profundo impacto que los años sesenta generaron en la sociedad y como, décadas después, terminaron modelando una nueva ciudadanía y un nuevo vínculo occidental entre los individuos y la actividad política. El crecimiento de las exigencias sociales, la desacralización de la política, el escepticismo hacia la dirigencia y la democratización en los vínculos son, en cierto sentido, también consecuencia de los Fab Four y su revolucionaria irrupción. Y tiene sentido. Si ellos como conjunto y con sus carreras solitas nos enseñaron a amar, a dejar partir, a conectar con la vida y la muerte desde otro lugar, a no aceptar la infelicidad, a hacer el amor y no la guerra, a no naturalizar la injusticia, a minimizar lo material, ¿cómo no iban a impactarnos también en nuestro vínculo con la cosa pública? A diferencia de otras pretendidas revoluciones, esta fue real porque perduró y, de la mano del tiempo, se impuso.

Un hito cultural estuvo en Buenos Aires y realizó el mejor de los homenajes a su leyenda; música de primer nivel. Y reforzando y renovando su eterno mensaje de amor, paz, espiritualidad y búsqueda de la felicidad.

Como dice Charly García. Si a alguien no le gustan los Beatles, desconfiá. Y es muy pasible de aplicarse a la dirigencia política y social. Si a algún líder no le gustan los Beatles, desconfiale. Algo de amor, paz, búsqueda de felicidad y espiritualidad le está faltando.


Los dejo con una canción que da cuenta de lo revolucionario que fueron y de cómo eran dueños de su mundo. “A day in the life”. Según muchos de sus exegetas, su opus magnum. Sólo audio.