14.12.10

Te debo treinta…


“Encontró US$10.000, los devolvió y sólo le dieron $70 de recompensa”, tituló Clarín en nota de tapa la semana pasada.

http://www.clarin.com/sociedad/Encontro-US10-devolvio-dieron-recompensa_0_385761505.html

Al parecer, título triste y que habla mucho de nosotros. Como si en estos días sólo se pudiesen realizar acciones honestas si hay algún tipo de retribución inmediata. Un mensaje velado de que el hecho de ayudar al otro y preocuparse por él debiera ser parte no de un contrato social o moral sino de un intercambio material y a cortísimo plazo.

Vale la pena leer la nota, porque de este modo se entiende que el mayor error de Clarín fue el título y no el tono de rechazo a la “recompensa”. Porque informándonos más vemos que la reacción de la beneficiada con el esfuerzo del taxista atenta contra cualquier buen espíritu, desalienta cualquier práctica honesta y nos coloca de nuevo en cierto paradigma feudal. La “recompensa” de $70 en realidad es parte de un viaje de $100 que el taxista hizo persiguiendo a un ómnibus por la ruta para devolver los dólares. Sí, ni siquiera le pagó el viaje entero. De última…

Suena lógico que la beneficiada sea una turista de origen brasilero, donde la esclavitud terminó hace poco más de un siglo y donde reacciones, que esconden clasismo como estas, se ven cotidianamente (como siempre, discriminación al pobre más que a la etnia o país de origen). El individuo de sectores de bajos recursos es visto únicamente como alguien al servicio de quienes tienen mayores riquezas materiales.

Esto que en Brasil se nota más, también sucede, y mucho, en Argentina. Andando un poco por Buenos Aires y capitales provinciales, veremos muchos individuos pertenecientes a clase media y alta que no pueden tener más conexión con los pobres que el desdén, la lástima o la total despreocupación.

El consuelo de “Quebrado” Sosa es que debe tener buenos amigos. Y ahora tiene un amigo ambidiestro.