22.6.11

Sobre la mano y el gol de Dios

Mucho se escribió respecto a los dos goles de Diego a los ingleses en aquellos cuartos de final del cada vez más lejano México 86. Genialidad, picardía, trampa, belleza, venganza, lección, ejemplo, tantas cosas se dijeron de aquella actuación de Maradona. No deja de ser interesante el posicionamiento que cada uno toma frente al primer gol para encontrar algunas puntas para empezar (sólo empezar) a pensar el complejo vínculo del argentino con las reglas, su cumplimiento y excepciones.

Pero este ambidiestro tiene ganas de hacer tres observaciones que no circulan mucho respecto a los goles del barrilete cósmico.

1. Podemos reflejarnos en el espejo inglés para ver cómo siguieron siendo once jugadores en campo a pesar de sentirse víctimas de un error arbitral. Después del partido ninguno vio una conspiración contra su equipo ni imputó corrupción al árbitro. ¿Qué hubiese pasado si el gol era contra Argentina? Otra que Codesal.

2. Es notable cómo, a pesar de sentirse estafados por él, ningún inglés sacudió de una patada a Maradona durante aquella maravillosa corrida de cuarenta metros dejando a cuando inglés salía a enfrentarlo. ¿Cuántos argentinos hubiesen aplaudido una patada malintencionada en una situación inversa? Ese gol histórico es producto de la genialidad de Diego pero también de la honradez deportiva de los ingleses. Un vínculo dialéctico donde no puede haber gambeta sin gambeteado. Habla bien de aquellos jugadores ingleses.

3. Fue del Diego y por eso lo celebramos tanto. Pero, ¿nunca pensaron que festejamos como el mejor gol de la historia de un deporte colectivo una jugada tan marcadamente individual?

Nada más. Veánlo de nuevo. Yo no me canso de hacerlo.