23.11.11

¿Pública o privada?


El actual debate alrededor de Aerolíneas Argentinas es otra discusión por lo general mal enfocada. Bajo gestión pública o privada, lo que el país necesita es una aerolínea que garantice precio, calidad y conectividad en todo el territorio, y que sea un actor regulador en el mercado de aeronavegación doméstico.

Respecto a la rentabilidad o no de un servicio de aeronavegación, las consignas facilistas nublan el debate. Somos mayoría los que pensamos que la rentabilidad no debería ser el fin último de un sistema de transporte público, pero tampoco es un objetivo a descartar o menospreciar. Si se puede perder menos y asignar esos recursos a otras necesidades, hay que hacerlo.

El de Aerolíneas Argentinas es un caso interesante, entre otras cosas, para pensar el rol de los sindicatos en una empresa, sea pública o privada. Sin lugar a dudas, los sindicatos pueden aportar conocimiento, experiencia y valores a una mesa de dirección. Pero también aportan intereses particulares, el de sus representados, que no siempre son compatibles con los intereses de una empresa de servicio. No es deseable silenciar a los sindicatos pero tampoco dejarles a ellos las decisiones finales. Estas las deben tomar los responsables del servicio, sobre quienes caerán los elogios y beneficios o las críticas y penalidades.

El problema de los sindicatos cogestionando es cuando aparecen conflictos de intereses. Cuando sucede esto y ganan los sindicatos, muchas veces terminan perdiendo los más débiles. ¿Quiénes son en este caso? Principalmente los usuarios y todos los que dependen de actividades turísticas. Y no pensemos sólo en hoteles cinco estrellas o grandes operadores; pensemos también en hosterías, artesanos y pequeños comerciantes de regiones turísticas alejadas de grandes centros urbanos.

Muchos argentinos sufrimos en alguna ocasión distintos tipos de maltratos por parte de Aerolíneas Argentinas. Desconocer esto es señal de soberbia y de desagradecimiento al usuario y a todos aquellos que la defendieron. Si una aerolínea te deja a pie, da mucha bronca. Si esa aerolínea es la de tu país y se mantiene principalmente gracias al esfuerzo de todos los contribuyentes, te da mucha más bronca.

Hace años que venimos oyendo esa consigna simpática de “Aerolíneas Argentinas es de todos”. Alguna vez Aerolíneas fue un orgullo nacional y nadie quiere que le vaya mal o desaparezca. Pero cuando uno escucha esta consigna por parte de actores con intereses políticos o económicos en la empresa, nos hace sentir que nos toman por idiotas. Porque cuando criticábamos la privatización lo que criticábamos es que grupos particulares hubiesen atentado contra la línea bandera, sus trabajadores, sus usuarios y la conectividad de un país tan vasto como el nuestro. Por eso, cuando vemos que una agrupación política, trabajadores y gremialistas se disputan una empresa pública como un botín, no podemos dejar de sentir que Aerolíneas volvió a privatizarse aunque ahora del peor modo, en forma subrepticia.

Si la experiencia del pasado nos enseñó que privatizar Aerolíneas es un riesgo, ahora nos está mostrando que una gestión pública también puede ser fallida. Seamos inteligentes, aprendamos del pasado. No dejemos que nadie, público o privado, privatice lo que es de todos.