16.9.10

¿Qué onda Scioli?

Daniel Scioli es un caso atípico en la política argentina. Nacido bajo el amparo de Carlos Menem, promovido a las grandes ligas por Eduardo Duhalde y adoptado como aliado incondicional por Néstor Kirchner, es uno de los dirigentes con mejor imagen en el país. No genera rencores sino afectos, tanto a nivel social como personal. Es difícil en el mundo de la política encontrar a alguien que hable mal de Scioli en términos humanos. Un rara avis.

Una probable explicación a no ser percibido como desleal sea que su crecimiento nunca fue percibido como consecuencia de un trepador sin límites sino de un dirigente buscado por su buena imagen, primero como deportista, luego como humano sobrepuesto al dolor y finalmente como dirigente. Siempre supo lucir más del lado del abusado que del abusador.

En estos días se habla mucho de él y se plantean distintos escenarios teniéndolo como jugador clave en todos ellos. Muchos analistas creen que puede ser candidato presidencial y ganador por el oficialismo o por el peronismo disidente, o puede ser candidato a gobernador y reelegir en la Provincia de Buenos Aires con un Kirchner de candidato presidencial o un peronista o hasta el mismo Mauricio Macri si encabeza una fórmula Pro-Peronismo federal.

¿Simples especulaciones o hay algo real?

Si en mayo del 2011 los Kirchner confirman que ninguno de ellos puede ganar una segunda vuelta, Scioli sería el único plan B que podría garantizarles un triunfo y mantener ciertos espacios de poder. Algunos suponen que los K podrían optar por perder y apostar a ser la oposición de un gobierno radical pero el peronismo no los acompañaría en esa gesta.

Si en mayo del 2011 el escenario presenta chances reales para un triunfo K, Scioli sería la mejor carta para reforzar las posibilidades en el mayor distrito electoral del país. Y como en Buenos Aires no hay segunda vuelta, una primera vuelta exitosa garantizaría su reelección.

Y si durante el trayecto hasta mayo/julio de 2011 los Kirchner no revierten su desgaste con segmentos mayoritarios de la población pero insistan en ser candidatos, tal vez la fuerza de las circunstancias impulsen una candidatura presidencial de Scioli como solución de consenso entre sectores “oficialistas” (intendentes del conurbano, legisladores en todos los niveles, gobernadores, sindicatos, cámaras empresarias) y el peronismo disidente.

Mientras tanto, él sigue su juego de silencios, gestos y moderación. Luciendo como un vecino normal, con buenas intenciones, sentido común y un ego bien controlado. Desplantes como el que realizó Néstor Kirchner la semana pasada contribuyen con esa imagen y por ahora le generan más beneficios que costos.

Mal no le fue con ese posicionamiento. Tal vez sólo deba abandonarlo cuando quiera ser él el numero uno. O ni siquiera así.

Lo dicho, un rara avis.