3.9.10

Tomados por las limitaciones

¿Está bien tomar las escuelas?

Esta pregunta tiene sentido responderla como consecuencia de otras preguntas anteriores. Una de ellas sería, ¿cómo hacer para llamar la atención de la sociedad y los funcionarios políticos respecto al estado edilicio de algunas escuelas?

No es objeto de este post analizar las causas de los problemas de infraestructura. Repasando brevemente podemos suponer que hay una mezcla de desidias presentes y pasadas, falta de recursos, demandas crecientes (hace algunos años, ni los colegios privados más caros tenían calefacción, por ejemplo), falta de prioridad y hasta problemas de comunicación.

De todos modos, analizando la situación actual de conflicto podríamos cargar responsabilidades sobre la sociedad y los medios de comunicación. Al igual que con la existencia de los piquetes, estas tomas de colegio tienen como motivación principal llamar la atención de los medios de comunicación y, por lo tanto, del resto de la sociedad. ¿Por qué llegar hasta este punto? ¿No podrían actuar los medios de comunicación antes de tomas de posturas que violenten derechos de terceros? ¿Los medios no cubren conflictos de baja intensidad porque a la sociedad no les interesaría? ¿Sólo reaccionamos ante conflictos límites?

Y una pregunta más osada aún, ¿estaría mal pensar que los medios se pusiesen de acuerdo y no diesen más aire a protestas que cercenen derechos de terceros para, de este modo, desestimular esa práctica?

De todos modos, una sociedad civil más alerta, más comprometida y con mayor nivel de exigencia hacia las clases dirigentes probablemente evitarían muchas veces llegar a estas recurrentes situaciones de ilegalidad. No harían falta.

Dicho esto, queda pendiente la respuesta a la legitimidad o no de este tipo de protestas.

¿Sirven para llamar la atención? Evidentemente sí.

¿Sirven para construir una sociedad más madura? Por más que lo quieran pintar de compromiso político por parte de los jóvenes y sus familias, no, no se construye una sociedad más adulta con la toma de colegios o con los cortes ilegales de calle.

¿Es legítimo tomar las escuelas? Puede ser que lo sea, pero, ante todo, es una respuesta muy pobre frente a políticas públicas ineficaces.

¿Existirían otros modos de hacer visibles los problemas? Como sociedad parece que fuimos perdiendo la vitalidad y creatividad para el cambio. Hoy sólo sabemos protestar, de mal humor, sin sonrisas, sin energía liberadora. Como si el pesimismo del tango nos contagiase en nuestro vínculo con el espacio público y con la vida ciudadana.

Tuvimos años de plomo y de prohibiciones de libertades individuales básicas que justificaban una mirada seria y algo tosca de la protesta. Ahora, en cambio, hace años que lo que básicamente sufrimos son dirigencias políticas ineficientes o corruptas cuya reproducción depende básicamente de la cultura política de sus ciudadanos y las decisiones que tomamos día a día y en las elecciones.

Ponerle más sonrisa, creatividad y amor a las exigencias políticas seguramente harían del nuestro un país más maduro, vivible y realizado.