28.1.10

Pensamientos porcinos



Gracias señora presidenta por el dato de la carne porcina (para el que no lo leyó http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1226673 ).

Raro comentario. Difícil de calificar. ¿Grosería? No seamos tan aburridos. ¿Demasiado íntimo? Tal vez. ¿Educativo? Hmmmm. ¿Buena onda? Qué se yo, una presidenta distinta.

Según algunos analistas, en las últimas semanas puede detectarse un intento presidencial por lucir más simpática y menos confrontativa. No es la primera vez que ocurre; ya habían intentado sin éxito un cambio en su comunicación en el 2008 con la llegada de Sergio Massa. El concepto no está mal pero, ¿y la concreción?

Los relanzamientos de gestión siempre van de la mano de señales comunicacionales fuertes e inequívocas. Una señal tan clásica como efectiva es el cambio de gabinete. Otra señal es realizar notorias modificaciones en las presentaciones públicas del primer mandatario. Cambiar escenografías, entornos, vestuarios, maquillaje y contenidos de discursos. Algo de esto último pareciera estar sucediendo ahora.

Sin embargo, este nuevo intento parece condenado al fracaso por dos cuestiones esenciales.

Primero, lo que se comunica no debe alejarse demasiado de los vicios y virtudes percibidos del emisor. Una Cristina contemplativa, parsimoniosa y dulce dista mucho de su “antecesora”, una presidenta dura, aleccionadora y orgullosa. El cambio parece demasiado brusco. Y más cuando se la contrasta con muchas de sus iniciativas políticas.

Segundo, si se quiere encarar un nuevo estilo “buena onda” en la comunicación los funcionarios más visibles en los medios de comunicación deberían sumarse a la cruzada. El entorno comunica y mucho.

Este ambidiestro les da dos consejos.

Primero, ablanden más el lenguaje de la presidenta, háganlo de a poco y emitan señales política más claras de cambio de estilo. Discursos esporádicos con comentarios a mitad de camino entre el teatro de revista y el sainete, resultan insuficientes y desgastan más de lo que ayuda. Los cambios en la percepción se logran con modificaciones progresivas y sostenidas en el tiempo.

Segundo, los voceros (principalmente Aníbal Fernández) deberían acompañar el cambio de estilo. Suponer que deben existir policías malos para recibir las críticas y dejar indemne a la presidenta es una mirada miope. Cuánto más acompañen a la presidenta en su nuevo estilo, más creíble resultará este.

Y mientras tanto, si Moria quiso ser diputada, ¿por qué Cristina no puede hacer revista?