25.1.10
Redrado. Una defensa al rol del consultor
Venía dando señales de que se caía no más a la banquina. Frases desafortunadas, sobreexposición en los medios y demasiados contactos con dirigentes políticos. Pero con su última amenaza, Martín Redrado terminó de pifiarle en su defensa frente a la opinión pública.
Una vez consumado el ataque del ejecutivo, Redrado hábilmente había entendido que sus días estaban contados y que lo único que podía darle sobrevida política era irse dando pelea, como una víctima más de un oficialismo autoritario y sin respeto por nada ni nadie.
Fue una decisión acertada en su comienzo, pero poco a poco dejo entrever cierto amateurismo en el manejo de su discurso y su relación con los dirigentes políticos, los medios y la opinión pública. Con el tiempo se fue desdibujando y pasó de ser el muchachito bueno de la política, el “defensor de la plata de los argentinos”, a un oportunista amigo de la oposición primero, y, finalmente, a un político despechado que dice cosas más parecidas a las de un mafioso que a las de un dirigente preocupado por el país.
Se nota que le faltó consejo externo y calificado. Alguien alejado de su círculo íntimo, con lucidez suficiente como para marcarle el camino más certero para su posicionamiento público. O sea, un consultor. Y si lo tuvo, debería haberlo escuchado mejor.
Si Redrado termina su presidencia echado pero con buena imagen en la opinión pública, tendrá un promisorio futuro político. Si continúa por esta senda seguramente no. ¿Estará a tiempo de revertir la tendencia?
De yapa, una línea de Michael Corleone. Estos sí entendían de poder. Podrían haber sido buenos consultores…