Mauricio Macri impulsa su propio juicio político, en una medida de alto impacto, sin consecuencias jurídicas pero con riesgo frente a la opinión pública. Como un jugador de cartas enfrentando al destino, consciente de que a veces hay que arriesgar todo y otras parecer que se arriesga.
El líder de PRO luce convencido de su inocencia y redobla la apuesta buscando la mayor transparencia posible en el escándalo de las escuchas. Supone que cuanto más la gente sepa sobre la investigación, más se dará cuenta de que él no sólo no es responsable sino víctima en este proceso.
Si Macri logra convencer al grueso de la población de que esta causa judicial tiene un origen político, esta situación en vez de debilitarlo, tal cual el deseo de varios de sus opositores y hasta algunos de sus aliados, puede terminar colocando al jefe de gobierno como el candidato más fuerte a suceder a Cristina.
¿Por qué? Porque aparecería como una víctima de la persona más resistida en la sociedad, Néstor Kirchner, ocupando así el lugar de su más cabal oposición. El ex presidente operando en una causa judicial para perjudicar a un opositor resulta creíble para grandes segmentos del electorado. El problema es que hasta que Macri no convenza sobre su inocencia, también resulta creíble para grandes segmentos del electorado que utilice el poder público para beneficio propio. En esta línea, la aparición de papá Franco emulando a Darth Vader (antes de redimirse, claro) parecería colaborando con la victimización de su hijo.
El final de esta historia aún no se conoce, pero lo que sí uno puede anticipar es que Macri va a terminar o muerto políticamente o como el gran candidato para ocupar la Casa Rosada en diciembre de 2011.
Macri dependerá en gran medida del manejo de los tiempos judiciales, de su capacidad de comunicación y de empezar de una vez a construir con más audacia y generosidad su base política. No todo son administradores y encuestas en la vida de un dirigente político.
Para el final, la mención a dos papelones. Primero, el bloque macrista en la legislatura obstruyendo el martes el juicio político (desnudando una muy grave inconsistencia del gobierno porteño ante la crisis: no tenía un norte claro) y apoyándolo el miércoles. Segundo, los bloques opositores intentando ir a juicio político el martes y enredándose en impresentables explicaciones por la negativa del jueves.