10.7.10
Tanto potencial
A continuación, una edición ambidiestra de una fuerte noticia publicada esta semana en Clarín (http://www.clarin.com/politica/terrible-historia-capturado-agradecio-captor_0_295170557.html) sobre la revelación de un ex detenido durante la dictadura.
“ Andrés Ramón Castillo era el prisionero 313 en la ESMA. Cuando se sentó ante el micrófono nadie imaginaba lo que estaba a punto de decir: “Acá está presente Rolón. A él le debo la vida. Lo que digo no invalida que haya torturado o influido en la vida de otros detenidos. Yo soy uno y por la ESMA pasaron entre 4.500 y 5.000 detenidos. Pero a mí, él me salvó la vida”.
Rolón es Juan Carlos Rolón, un capitán de fragata de la Armada hoy detenido en Marcos Paz. Castillo, un sindicalista bancario que en los ‘70 militó en Montoneros, reveló que Rolón lo llevó a la cancha a ver un partido entre River e Independiente y que siempre hablaban de fútbol. El oficial, relató Castillo, le confesó haber participado en operativos para secuestrar personas, pero “siempre pensé que él estaba quebrado, como el día en que me dijo ‘no tengo ganas de torturar, estoy podrido’ ”.
Rolón lo dejaba llamar por teléfono a sus familiares, lo llevó un día a la confitería Las Violetas, para que conversara con su mujer, y una Navidad le regaló un pan dulce.
Castillo estuvo detenido casi dos años. Un día, se votó si lo mataban o no, y Rolón - lo contó el sobreviviente- votó que no y frenó la ejecución. El marino le dio un pasaje, una visa y le dijo “te vas a Venezuela”. Y en Ezeiza lo despidió. "
Este tipo de historias nos acerca mucho a la verdad, nos permite pensar mucho mejor lo que sucedió en nuestro pasado. Rolón no era ni un salvador de la patria, ni un desalmado bastardo. Era ni más ni menos que un ser humano, con mucho potencial por dentro. Potencial para dar vida y potencial para quitarla. Para dar alegría o para dar terror. Para potenciar al prójimo o para denigrarlo.
Es perturbador constatar con este ejemplo que un ser humano puede oscilar entre una y otra dimensión con tanta facilidad.
Un relato probable, deseable, sería que en el fondo Rolón quería ser bueno y sólo podía serlo cuando tenía una posibilidad, cuando el entorno no le exigía o incentivaba a sacar lo peor de sí.
Esto nos lleva a destacar uno de los puntos más importantes de la democracia y el estado de derecho: te incentivan a sacar cosas más o menos buenas. Es cierto, podríamos pensar en sistemas sociales que sacasen mejores cosas, más cooperativas y menos individualistas, pero esa es una deuda que hasta este momento de desarrollo humano no estamos sabiendo saldar. Sigue siendo un desafío.
Ahora, esta historia de Rolón pasó hace poco más de treinta años. No es poco entonces valorar lo que venimos construyendo. ¿No?