Más allá del injusto y abultado resultado, celebremos algunas cosas de esta participación mundial. Las críticas dejémosla para otro momento.
- Una vez más, Argentina respetó el buen juego y así fue reconocido por todo el mundo del fútbol. Perdió contra un equipo mejor parado, con más suerte y más certero, pero la bandera del fútbol que nos gusta a la mayoría de los argentinos, estuvo alta. Consolémonos mirando al pobre Brasil que sucumbió bajo el influjo del amargo Dunga (no hay técnico que interprete menos la alegría de Brasil que él).
- Messi no se consagró para la historia pero cumplió. Fue figura, apareció, dio la cara, jugó y demostró que es único. Al próximo mundial llega con 26 años. Sí, los mismos de Diego en México 86 (pero basta de absurdos paralelos… ganamos el Oscar pero no el Mundial, ¿tan imposible era?).
- Maradona se destacó más por su simpatía, frontalidad y buenas intenciones que por excesos o miserias. Fue un buen ejemplo de nuestras capacidades y limitaciones.
- Si pensamos más en el camino que en el resultado, fueron días lindos de ilusión, partidos bien jugados y el orgullo de tener un equipo buena onda. El deporte, la vida, merece ser disfrutado, no valorado por el resultado.
- En el deporte más popular, ese que cada cuatro años paraliza al mundo nosotros seguimos siendo un actor estelar. Y está bien, estamos entre los ocho mejores una vez más. Hay algo de justicia, el camino de nuestra selección tuvo demasiados altibajos y descansó demasiado en el talento individual. Estamos entre los mejores ocho, que no es poco y es el deseo de tantísimos otros. Basta de comprar eso de que somos los mejores del mundo. No lo somos, pero volvimos a jugar tres semanas allí donde la mayoría no juega ni un día, el resto sólo semana y media y únicamente cuatro juegan todo el mes.
Para el final y pensando en Brasil 2014, una pregunta. ¿Conocen algún técnico argentino que se haya cansado de dar vueltas olímpicas en canchas brasileras? Digo, tal vez por ahí tenga que venir el futuro…
Los dejo con un video del fútbol que todo ambidiestro valora.