27.7.10

Homenaje a Evita

Discutir de peronismo entre argentinos es tan complicado como discutir sobre religión con un religioso. Hay un elemento irracional de base, casi de fe, en la apreciación que se tenga sobre Juan Perón, sus presidencias y su legado. No importa se haya nacido después de la muerte del líder, hay una posición pre existente heredada de padres o abuelos. En el fondo, muy íntimamente, se está a favor o en contra. Es cierto que con el paso del tiempo, esa antinomia ya no divide familias ni amistades, pero la valoración positiva o negativa sobre Perón y el peronismo está.

Algo similar ocurre con Evita, aunque a fuerza de mito, injusticias posteriores y energía única, logró generar un consenso impensable durante su vida.

A Evita la queremos. Ya es parte del orgullo argentino. Si hoy viviese, probablemente muchos de los que hoy la admiramos criticaríamos algunas de sus actitudes y gestos. Pero vista a través de la historia, es imposible no admirar su fuerza, su vitalidad, su dedicación, su amor al prójimo, su devoción hacia una causa. Realmente dio su vida y entregó sus mejores años a ayudar al otro. Con resentimiento, sin medias tintas y, probablemente, con injusticias menores. Pero todo, todo fue por los otros, sin especulaciones ni reservas. Dio e hizo para otros. No se guardó nada y ese es el ejemplo que nos legó y por el que hoy casi todos, hasta los gorilas, la admiramos.

No nos olvidemos que tenía 33 años al morir. Lo que la época no justifica, lo justifica su juventud. El resto, es pura grandeza.

Evita, que tu generosidad y energía nos iluminen.