15.3.10

Bicentenario y monumentos


Alberto Rodríguez Sáa está construyendo una pirámide como casa de gobierno y una réplica del Cabildo porteño, ambos proyectos enmarcados en las celebraciones por el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Mientras, en la Ciudad de Buenos Aires nadie está diseñando algún ícono urbano que perdure y sea un mensaje de estos años para las próximas generaciones. Un inexpresivo pabellón en Palermo fue una de las principales propuestas del gobierno porteño, tan pálida idea que ni al 25 de mayo llegará finalmente. A su vez, el gobierno nacional está haciendo algunas refacciones en el antiguo Correo Central pero con tan poca inversión como trascendencia.

Los monumentos urbanos están buenos y tienen un valor que excede largamente a los recursos involucrados. En San Luis el gobernador está siendo muy criticado por el gasto en pirámides y carnavales. Es comprensible que aquellos que sufren pobreza material quisieran que los recursos invertidos en esas construcciones fuesen utilizados en ellos. Sin embargo, no se puede desconocer que este tipo de construcciones ayudan a generar riqueza en una sociedad. Sea por atraer al turismo, por generar orgullo de pertenencia, por darle más visibilidad a la marca San Luis o por expandir los horizontes de cada puntano, invertir en este tipo de proyectos, siempre que sea en forma equilibrada, es muy positivo.

En Buenos Aires, el grupo IRSA junto a los gobiernos nacional y porteño habían realizado una votación entre vecinos para decidir cuál sería, entre varios proyectos, el monumento de la ciudad al Bicentenario. Iba a estar situado en terrenos portuarios, con la pretensión de erigirse en la nueva postal porteña y argentina en el mundo. La idea era digna de un bicentenario y tenía como valor agregado que la perspectiva era pensada desde el Río de la Plata (similar a la Estatua de la Libertad o la Opera de Sydney). O sea, la mejor vista sería desde el río y así la ciudad podría empezar a deshacerse del estigma de estar construida de espaldas al mar. Un nuevo siglo, una nueva mirada, un nuevo horizonte, un ícono moderno y orientado al mundo. Era tan lindo el mensaje a la sociedad y el mundo como contundente la señal su no realización.

¿Será entonces para el bicentenario de la independencia en 2016? Como tantas cosas que uno se imaginaba para este año, seguimos postergando. Apuremos un poco, sino todos esos proyectos que uno imaginaba contribuirían a repensar y relanzar el país, podrían reagendarse para bastante más adelante. Por ejemplo, para el 2060, el año del cuarto de milenio…