13.3.10

¿Y los próximos líderes?


Así como la semana pasada el conglomerado opositor al gobierno nacional logró imponer su postura en el reparto de comisiones en el Senado, en estos últimos días la opinión pública puso en duda su real capacidad política. La incapacidad de anticipar jugadas oficialistas en el tratamiento del pliego de Marcó del Pont, la aparición de un proyecto cuasi oficialista del senador Verna y la frustrada sesión de rechazo al decreto presidencial del desendeudamiento, son ejemplos de la falta de coordinación y de contundencia de un espacio opositor carente de estrategia.

Más allá de los proyectos personales de los diputados y senadores, tarde o temprano todos ellos deberán confluir en algunos de los pocos liderazgos con el peso suficiente para suceder a Cristina en el 2011. Hoy pueden aparecer muchos legisladores díscolos, pero cuanto más cerca estén las elecciones más debilitados estarán en sus pretensiones sin líderes que los apoyen. Anticipando esos momentos, los líderes de la Argentina que vienen deberían saber presionar y conseguir esos apoyos legislativos.

El conglomerado opositor tiene sólo dos cosas en común. El rechazo al actual gobierno nacional y el deseo de obtener el poder. A partir de ello, deberían poder establecer una mínima estrategia compartida que conduzca a: debilitar al gobierno en su capacidad de supervivencia electoral, prohibir al gobierno medidas que hipotequen a la futura gestión, defender la independencia de los poderes y las instituciones (pues preservan las reglas de juego, condición básica para acceder a la Presidencia).

Entendiendo que estos tres principios son intereses compartidos, los liderazgos deberían aparecer, acordar y marcar la cancha. Si se presenta como una reunión de líderes adultos y dialogistas sin el más mínimo aroma "destituyente", es una situación donde todos ganan. Si se ponen de acuerdo, seguramente las cuentas legislativas les resultarán más generosas. Los presidenciables son poco más de cinco, y algunos ya tienen buen diálogo. Tal vez son demasiados pero fueron los mismos electores los que así lo determinaron; igual, con el correr de los meses serán menos. Ellos deberían encontrarse y pensar, de cara a la sociedad, cómo debería ser el sendero hacia diciembre 2011. La apuesta al error ajeno y al actual humor social como única estrategia no es recomendable. La Argentina del futuro necesita ya mismo líderes visibles, valientes y determinados, que sepan aprovechar las circunstancias y discutir la agenda de los próximos diez años, no la que propone el gobierno.

Los dejo con una reflexión de Lilita Carrió, que como gran comunicadora es muy buena clarificando algunos conceptos. “Vocación republicana y decisión es lo que le falta a la Argentina; hay que juntar una cultura republicana débil y una cultura antirrepublicana con decisión; hay que hacer una síntesis de esas dos culturas históricas”. O sea, que los sectores de la oposición que realmente quieran acceder al poder deben ser extremistas de la democracia, talibanes de las instituciones. No está mal como concepto. Suena bastante ambidiestro, ¿no?