31.3.10
Reflexiones del domingo electoral
El domingo pasado hubo elecciones locales en Mendoza y en Pinamar. Algunas pequeñas consideraciones sobre su impacto en la política nacional.
Mendoza:
- No hubo un gran ganador en términos de dirigentes, más allá del intendente local. Por las internas del radicalismo mendocino, Julio Cobos se perdió la posibilidad de lucir como el ganador de la jornada. De todos modos, sí se puede afirmar que la UCR como partido político fue la gran ganadora. Fortaleció su imagen de único partido opositor con penetración territorial, estructura real, experiencia de gestión en todos los niveles y capacidad de construir mayorías. No es poco en momentos de clara declinación oficialista y ausencias de referencias nacionales consolidadas.
- Así como entre los dirigentes no hubo un gran ganador, sí hubo un gran perdedor: Mauricio Macri. Macri y la primera plana del partido viajaron, hicieron campaña con sello PRO y, sin embargo, quedaron con las manos vacías. Como toda apuesta de riesgo, si se realizaba una buena elección se consolidaba el estilo de construcción de un proyecto presidencial para Macri. Pero si se realizaba una mala elección, entrarían en crisis algunos de los supuestos sobre los que el PRO basa su estrategia nacional hacia el 2011. La buena noticia para el PRO es que todavía están a tiempo de replantearse la estrategia. No está mal dar peleas perdidas si son parte de un proceso planificado. No pareció en este caso.
- Es destacable cómo nuevamente una expresión kirchnerista no sólo pierde sino que es desplazada por varios partidos. Sucedió en el 2009 en la Ciudad de Buenos Aires, en Santa Fe, en Córdoba y ahora en Mendoza. Excepto en la Provincia de Buenos Aires, donde también perdió pero quedó segunda, en el resto de los principales distritos electorales quedó relegado a terceros y cuartos puestos. Muy pobre elección, más aún cuando se la compara con las campañas del 2005 y 2007.
Pinamar:
- Acá sí hubo un gran ganador: Daniel Scioli, quien tempranamente explicitó su apoyo al candidato vecinalista y finalmente vencedor, Blas Altieri.
- Lo más interesante de esta elección es cómo se resolvió cierta interna del Partido Justicialista Bonaerense. Por un lado, el gobernador Scioli y por el otro, el vicegobernador Alberto Balestrini. Sin tenerse antipatías mutuas, la forma de construir la oferta electoral los separó. Scioli apostó a lo consolidado y más seguro, Balestrini insistió con una candidata del propio PJ. Estas elecciones le sirven a Scioli para posicionarse como actor de peso en el oficialismo. En el justicialismo se acostumbra seguir a los ganadores.
- Scioli acierta en ir a lo seguro y retomar así una senda de la que se había apartado: la alianza constante con el humor mayoritario de la opinión pública. Más allá de consideraciones ideológicas hacia esa actitud, el atributo positivo más fuerte que siempre tuvo Scioli fue esa sensación de hablar y actuar siempre con sentido común, como si fuese un vecino más.
- Otro dato importante es que, al igual que en Mendoza, el candidato del oficialismo kirchnerista terminó muy lejos. En este caso, tercero. Ni siquiera la promesa de obra pública para un mandato de año y medio que únicamente convivirá con el kirchnerismo fue suficiente incentivo para no darle la espalda al PJ.