6.3.10

Strategic Rhapsody


Mauricio Macri reunió este sábado a más de ocho mil militante en Luján, en lo que se convierte en una nueva señal de que está decidido a lanzarse a la carrera presidencial del 2011.

Sin alejarse del todo de los consejos de Jaime Durán Barba (uno de los consultores latinoamericanos más lúcidos y exitosos en campañas electorales), quien sugiere esperar para el lanzamiento formal, cada vez son más visibles sus aspiraciones presidenciales.

Macri sustenta sus expectativas en varias causas. Es un dirigente conocido en todo el país. Tiene una gestión para mostrar que, por más que no reluzca como se esperaba, comprueba ante el electorado que la administración de gobierno no le queda grande. No luce ni peronista ni antiperonista. Construyó una imagen pública donde sus mejores atributos percibidos contrastan con los defectos que segmentos mayoritarios de la opinión pública más condenan en Cristina y su marido: diálogo, moderación, autocrítica, concreto. También por momentos, tanto el oficialismo como algunos opositores parecen trabajar para su candidatura, perdiéndose en exasperaciones, rencores y debates del microclima de la política. Finalmente, Macri también cree que las últimas elecciones en Chile demuestran que la región empieza a apostar a otros discursos.

Con todo este escenario, lo más prudente sería concentrarse en la gestión para que al menos sea percibida como exitosa, y moverse con estrategia. O sea, moverse de acuerdo a los movimientos ajenos. Y, aunque un poco menos que Reutemann y Cobos, Macri está en cierta posición ventajosa.

Pero entonces, ¿por qué, a más de un año y medio de las elecciones, Macri está concentrado en dar señales presidenciables?

En primer lugar, por la necesidad imperiosa de construir una estructura partidaria más o menos propia. Y sabido es que la militancia trabaja por profundas convicciones o por la sensación de que el acceso al poder es posible. Al mostrar esas señales, el armado político de PRO en las provincias se refuerza y aumenta en cantidad. En segundo lugar, tras años de construir una imagen pública política alrededor de temas de la Ciudad de Buenos Aires, Macri necesita incorporar a su discurso una dimensión nacional que lo coloque como alguien consciente y preparado sobre los grandes temas del país. En esta línea, seguramente en los próximos meses iremos viendo incrementarse la agenda internacional del Jefe de Gobierno. En tercer lugar, para no dejar vacío un lugar de candidato renovador y liberal, que bien podría sentarle a Francisco De Narváez. Y en cuarto lugar, teniendo enfrente a un gobierno nacional tan impredecible como débil, el PRO no puede trabajar con el escenario de octubre 2011 como una certeza absoluta.

Por lo tanto, podemos concluir que los movimientos de Macri son estratégicos y bien pensados. Mientras siga por la senda de alternar preocupaciones porteñas con señales inequívocas de aspiraciones nacionales aunque sin hacerlas explícitas, tiene mucho por crecer.