29.3.10

Voto 220


Ayer en Pinamar se utilizó el voto electrónico. Un buen avance, ¿no?

A muchos les da miedo la tecnologización de las elecciones, pero este es un buen ejemplo de que no se debe ser necio frente al progreso. Es cierto, margen para el fraude hay… pero mucho menos que ahora.

Los expertos indican que la clave es que la información electoral circule con códigos abiertos, o sea, que sea pública no sólo para los partidos políticos sino también para la ciudadanía.

Sería un gran avance implementar en forma definitiva el voto electrónico en Argentina. El futuro ya llegó. Se supone que en pocos años se podría votar a través del celular, con un código único por elector, facilitando de este modo la participación. El mundo va en ese sentido y no deberíamos quedarnos tan atrás. Sin ir más lejos, en Brasil hace años que existe el voto electrónico con gran éxito.

¿Cuáles son las ventajas del voto electrónico? Varias.

Primero, obliga a los dirigentes a comunicarse más y mejor con su electorado. Se termina el fenómeno de “arrastre” de listas y ya cada candidato depende de su propia suerte. Actualmente el elector medio vota a consciencia, por ejemplo, a un candidato a presidente y, por pereza en cortar boleta, termina votando a diputados, intendentes y concejales que desconoce. Con el voto electrónico, cada ciudadano aprende un poco más de los candidatos.

Segundo, los partidos políticos nuevos y/o sin estructura pueden competir en igualdad de condiciones. De implementarse, en Argentina ya no sería tan cara la logística electoral, no se necesitarían numerosos ejércitos de fiscales experimentados y, finalmente, la desaparición de boletas y las boletas falsas dejarían de existir.

Tercero, se gana en transparencia. El conteo de votos sería más rápido, eficiente y preciso. Pasarían al olvido las madrugadas donde, sobre todo en niveles municipales, algunas elecciones se dan vuelta misteriosamente.

Cuarto, exige más maduración a la ciudadanía. Al no poderse impugnar el voto, el ciudadano debe esforzarse en definir a qué candidato prefiere por sobre los otros.

Estas ventajas contribuyen a la conformación de una democracia más sólida, más representativa y con una dirigencia más responsable de sus actos. No es poco, ¿no?

¿Por qué entonces resulta tan difícil de instaurar el voto electrónico? Es sabido que en todo status quo, los ganadores tienen pocos incentivos para el cambio. Pero existe una posibilidad: que la opinión pública lo exija. Ahí cambia todo y se puede dar un paso adelante.

Y lo bueno de esos avances es que una vez instaurado, por lo general, ya no hay vuelta atrás.