Y sí, nos sale un poco el orgullo. Algunos crean que el Oscar no es más que un simple premio y que las cosas seguirán igual, este tipo de reconocimientos son importantes.
A partir de ganar el Oscar, esta película va a ser mucho más vista en todo el mundo de lo que podría haber sido. Eso significa que millones de individuos en el mundo serán impactados por un filme que si bien aborda temas universales, transpira argentinidad en los miedos, valores y formas de resolver los problemas de cada uno de sus personajes.
El personaje de Darín es el arquetipo de cómo nos percibimos. Buen tipo, buen amigo, a mitad de camino entre el coraje y la cobarde supervivencia, sin dobleces ni cinismos, con humor calmo y capacidad de indignación. No importa en ese sentido si somos verdaderamente así, sino que importa como aspiracional, como lo que nos gustaría ver frente al espejo. Por eso, que el mundo conozca esa faceta nuestra está bueno. Y ese orgullo primario se refuerza y cobra otro sentido.
En este año del bicentenario, un Oscar es una buena noticia para la cultura local y para todos los argentinos que preferimos ser conocidos por las mejores de nuestras capacidades.
Ahora está en nosotros inspirarnos en “El secreto de sus ojos”. Buscar ser muy buenos en lo nuestro, animarnos a transmitir valores y apostar a nuestras capacidades. Seguro que nos va a ir mejor.