12.2.10
¿Perros golpistas o demócratas convencidos?
Ayer Cristina utilizando una metáfora llamó perros a los críticos al gobierno. Si realmente deseamos construir una democracia plural e inclusiva es grave utilizar tantas descalificaciones personales y en forma tan arbitraria como vaga. ¿Quiénes son los perros? ¿Todo aquel que critica o los que conspiran para la caída del gobierno constitucional? A veces parece que en los ojos oficialistas son sinónimos.
¿Existe la oposición?
La respuesta más acertada sería decir que no existe la oposición sino que existen opositores. Algunos de ellos están articulados pero los une más el rechazo a modos y/o políticas públicas que una visión compartida sobre las herramientas para hacer crecer a Argentina en forma sustentable. Asimismo, ahogados en un mar de vanidades, los distintos opositores actúan mucho más con lógicas competitivas que cooperativas.
¿Es golpista la oposición?
Por más que moleste, es indudable que existen opositores con discurso, modos o intenciones antidemocráticas (al igual que en casi todos los países). Ya no golpean los cuarteles pero están pensando siempre en atajos para llegar al poder. Por lo general son sectores sociales y políticos con más años de vida en regímenes inestables o militares que en democráticos.
Entonces, ¿existe el peligro de golpe institucional?
Por suerte, los partidarios de los atajos son expresiones minoritarias, acalladas por una opinión pública a la que le disgustan los sobresaltos y denunciadas por periodistas e intelectuales democráticos. Algo aprendimos del pasado.
¿Y qué tenemos que hacer los demócratas?
La grandeza de una democracia y del estado de derecho es aprender a convivir incluso con sectores antidemocráticos. Así que perros y humanos, golpistas y demócratas, oficialismo y oposición, estamos todos en la misma bolsa. Por eso, es nuestra obligación ser cuidadosos al hablar, respetar al demócrata y denunciar y aislar a los golpistas. Con claridad y sin oportunismos. Con coherencia y honestidad.