Sigue lloviendo sobre Buenos Aires. Y las reacciones que eso provoca son una atinada metáfora de nuestra sociedad.
• Muchos vecinos protestan y critican la falta de infraestructura de la ciudad. Pero poco ayudan al ensuciar las calles (esos inocentes papelitos que se tiran taponan los sumideros) o sacar la basura fuera de horario. Y tampoco se preocupan en informarse sobre la consistencia o no de las políticas públicas para resolver el problema. Por supuesto que hay responsabilidades políticas, pero también hay responsabilidades ciudadanas.
• Algunos opositores al macrismo enfocan sus críticas con declaraciones de impacto fácil en vez de buscar corregir políticas equivocadas. Por ejemplo, un dirigente gremial hacía bromas por Twitter en el mismo momento en que miles de vecinos estaban sufriendo las inundaciones. Otro ejemplo es un anterior jefe de gobierno criticando y exigiendo respuestas a Macri, como si durante su gestión las inundaciones no hubiesen sido un problema recurrente.
• Las críticas se centran en la Ciudad de Buenos Aires mientras que en el conurbano se ven iguales o peores inundaciones. Ni Scioli ni ningún intendente apareció en medios nacionales dando explicaciones. Como si no fuesen responsables. O peor, como si solucionar las inundaciones fuese un lujo reservado sólo para los porteños.
• El macrismo dice que está haciendo mucho y que la culpa es de las anteriores gestiones que no hicieron nada. Si bien las grandes obras recién ahora se están ejecutando, lo cierto es que fueron planificadas en el pasado y que algunas obras menores fueron realizadas por sus antecesores. No reconocer los méritos ajenos también es una forma de degradar la política. En la inauguración del Maldonado por supuesto que tiene que estar Macri encabezando, pero también deberían estar Ibarra y Telerman.
• Las inundaciones son un cruel ejemplo de la brecha entre la ciudad prometida por Macri y la que continuamos viviendo cotidianamente. Los excesos y las amplitudes de las promesas de campaña sumadas a una pobre comunicación de gestión generaron este sinsabor en segmentos, a priori, simpáticos hacia el macrismo. Mejor que decir es hacer, mejor que prometer…
• Se están realizando obras de envergadura para la solución consistente de este problema. Eso es así, y ya el gobierno porteño había anunciado que las inundaciones continuarían tres años más, porque eso es lo que demoran en realizarse las obras mayores. Sin embargo, ni la ciudadanía acepta con paciencia y sabiduría la verdad, y ni el resto de la dirigencia porteña colabora en una obra que beneficiará a todos, incluso a futuras gestiones que podrán preocuparse y derivar recursos a otras inversiones (más visibles, más gratas) y evitar temblar cada día que llueva. Macri algún día se irá, las obras quedarán.
• Todos los medios de comunicación informan y muestran hasta el cansancio las calles inundadas. Pero prácticamente ninguno investiga o informa sobre las causas y los responsables históricos de los problemas de inversión en infraestructura, así como tampoco hace un seguimiento y control constante sobre el avance de las obras. No brindar este tipo de información estructural no colabora en construir ciudadanía.
• Finalmente, muchos vecinos protestan contra la actual gestión, sin hacer ningún tipo de referencia a anteriores gestiones que no invirtieron lo suficiente en infraestructura. Este tipo de protestas son más catárticas que constructivas y no son buenos incentivos para la clase dirigente. Si la sociedad no valora y apoya la obra pública de infraestructura, con sus tiempos y costos, la dirigencia podría terminar focalizándose en obras más rápidas pero menos estructurales. Esta lógica la expresó un ya fallecido histórico cacique del conurbano bonaerense. “No invierto en cloacas porque no se ven”. O sea, lo que no se ve, no trae votos.
¿Queremos un país con una lógica tan elemental? Informarse y exigir en consecuencia es el comienzo de la solución.
El video no está muy bueno pero la música sí.